lunes, 21 de mayo de 2012

¿Contradicción infinita?

Como es sabido, las Puertas de la Ley estuvieron abiertas hasta que K la diñó. Eran las doce en punto del mediodía. A partir de ese instante, las infinitas puertas se fueron cerrando una tras otra, a medida que la noticia se propagaba. El primer guardián tardó medio minuto en cerrar la suya. El segundo, que doblaba en velocidad al primero, cerró la suya quince segundos después. El tercero, que doblaba en velocidad al segundo, cerró la suya sólo siete minutos y medio después. El cuarto, que doblaba en velocidad al tercero... Tras esta infinita sucesión de portazos, las Puertas de la Ley quedaron cerradas para siempre a las doce y un minuto del mediodía exactamente.

El relato, no demasiado interesante en sí mismo, permite sin embargo formular dos afirmaciones que parecen estar en contradicción:

1. Todas las puertas quedaron cerradas para siempre antes de las doce y un minuto.

2. No hubo ningún momento antes de las doce y un minuto en que todas las puertas quedaran cerradas.

¿Hay realmente tal contradicción?